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lunes, 23 de noviembre de 2015

INTRUSISMO PROPIO

Es, sin duda, considerable, la falta de respeto y consideración que se da a todos los niveles de la comunidad musulmana respecto a los sabios musulmanes que están formados académicamente y que ostentan la auténtica autoridad como para hablar sobre el din del Islam.
Ello nos aboca a que suframos, en las propias entrañas de nuestra comunidad, un problema de grandes dimensiones y del cual, muchos no se percatan.
He visto, desde mi entrada en el Islam, como muchísimos musulmanes de a pie, muy ‘lanzaos’ – menos aquellos que tienen un mínimo de pudor, vergüenza y respeto por su din – que se atreven a hablar del Islam del mismo modo en que un futbolero habla sobre el mundo del fútbol y de todo cuanto gira en torno a él.
Esta gente piensa que por ver algunos programas de temática religiosa por la tele, leer algunas cosas en internet – ¡ni hablar de libros si quiera! – y visualizar algunos vídeos en las Redes sobre el Islam, se consideran personas dotadas y capacitadas para hablar del Islam en todos sus ámbitos, incluso de los más profundos y complejos.

    Quisiera poner un ejemplo, un símil, para intentar hacer llegar el trasfondo del problema que quiero transmitir. Si una persona ve más de mil veces todas las películas de Bruce Lee, Jackie Chan y Jet Li ¿se convierte, por ello, en un experto en artes marciales?
Si una persona quiere convertirse en un experto o un maestro en artes marciales, tiene que dedicar muchos años de su vida al entrenamiento duro, con total entrega y esfuerzo. Y, sobre todo, recibir la instrucción y los consejos de un maestro experto y experimentado con una larga y reconocida trayectoria.
Pero ¿alguien puede convertirse en un experto en artes marciales viendo películas, sin haber pisado en su día un gimnasio ni haber recibido la instrucción de un maestro?

Desgraciadamente, muchos musulmanes – en base a su actitud – se creen imames y sabios capacitados para hablar sobre el Islam, sin haber tenido el más mínimo y superfluo de los contactos con las ciencias y disciplinas del Islam.  
Uno podría preguntarles: ¿Con cuántos sabios te has encontrado en tu vida? ¿Cuánto tiempo has pasado con ellos? ¿Cuánto has aprendido de ellos? ¿Qué te han enseñado? Y, sobre todo ¿dónde están las licencias y los títulos que los sabios del Islam dan – desde hace más de un milenio – a sus alumnos para demostrar que están formados y capacitados para hablar del Islam?

Es bueno y necesario que en nuestra comunidad existan divulgadores y transmisores del Islam. Pero de esto, a presentarse ante la comunidad como una persona formada académicamente y con sendos conocimientos autorizados, es un hecho que produce vergüenza ajena y que, desgraciadamente, está causando estragos en nuestra comunidad.
Si mantenemos esta actitud, nunca tendremos el derecho ni la autoridad ética ni moral para denunciar o quejarnos de aquellos radicales o extremistas musulmanes que hacen interpretaciones coránicas totalmente alejadas de los principios y valores que predica el Islam; pues cuando nosotros mantenemos dicha actitud, estamos actuando igual que dichas personas radicales, que, sinceramente, tienen más de ignorancia, esquizofrenia y patanería, que de radicalidad o extremismo.

Date cuenta que muchos de los compañeros del Profeta – la paz sea con él – nos transmitieron, que cuando les hacían alguna pregunta, siempre rehusaban tener que responder y decían a la persona que les había consultado: “Ve a fulano y pregúntale”, por el pavor que les causaba tener que hablar u opinar sobre asuntos del din sin conocimiento. Y luego, decían: “Hasta que la pregunta llegaba otra vez a nosotros – tras haber rondado por muchos grandes compañeros muy conocedores del din – y respondíamos por responsabilidad”, aunque, si hubiesen podido, no lo habrían hecho.

Todos tenemos el derecho y la obligación de conocer y saber cuál es la formación y el nivel que tienen aquellas personas que se presentan como personas autorizadas y formadas académicamente. Pues, de lo contrario, dejaremos que cualquier 'futbolero islámico' se dedique a dar clases 'magistrales' sobre el Islam y su mensaje. Luego, no podemos quejarnos ni decir - a propios ni a extraños - que esa gente no nos representa; cuando, la verdad, hemos permitido que hablen por los cuatro costados y les hemos dado cancha en muchos sitios y, así, desinformar y deformar el Islam.

Por coherencia y consecuencia, dejo escrito mi formación para quien la quiera conocerla:

-         Licenciado en lengua árabe (2 años).
-         Licenciado en teología y jurisprudencia islámica, por la universidad islámica de Francia (IESH) (4 años). Especialista en teleología (fines y objetivos) de la jurisprudencia islámica, con un trabajo sobre la teleología de la jurisprudencia islámica en la obra del imam Abû Hâmid Algazâlî, con el que obtuve – gracias a Al·lâh – la mayor puntuación en la historia de la universidad (95 sobre 100)
-   Ostento otras licencias de maestros (suÿûj) en ciencias del jadiz y otras disciplinas.
-         He cursado estudios de filosofía en la universidad de Valencia.
-         Actualmente, dedico mi tiempo a la investigación, la traducción y a escribir libros de temática islámica


¡Que Al·lâh incremente nuestro conocimiento y, sobre todo, nos provea con la luz y la fe suficientes para ser, cada día, mejores creyentes y, consecuentemente, mejores personas!

sábado, 14 de noviembre de 2015

¿UN ACTO DE FE O UNA AFILIACIÓN POLÍTICA?

La fe es un hecho singular e intransferible que experimenta todo ser humano en su ser, y que le lleva  a sentir la presencia de una divinidad absoluta y trascendente que domina toda la existencia. Dicha fe se manifiesta, a posteriori, a través de algún tipo de religión o camino espiritual.

La espiritualidad – en cualquiera de sus manifestaciones – es aquella expresión humana de dicha fe que emana de lo más profundo del fuero interno de su corazón.

Cada religión o camino espiritual ostenta unas creencias, una ética, una moral y unas prácticas de culto, que la definen y estructuran su razón de ser.

     Uno de los grandes problemas que sufrimos los musulmanes como comunidad, es la falta de una formación y educación idóneas que nos enseñen el auténtico mensaje del Islam en su globalidad y conforme a los postulados que éste transmite y predica.
       Por experiencia propia y por mi formación académica islámica, puedo dar testimonio y decir – con poco margen de equivocación –, que la mayoría de nosotros tenemos un conocimiento vago, difuso, parcial, interesado e, incluso - en muchas ocasiones - politizado de nuestra religión.
        
        No cabe duda que el Islam es un sistema ético global que aporta al ser humano las herramientas intelectuales, humanas y espirituales para hacer de él un regente (jalîfah) de Dios en este mundo. ¿Qué significa ser el regente de Dios? Pues que el ser humano devenga, con su comportamiento, su actitud y su realización espiritual, un foco de la Luz divina; una Luz de la que emana la misericordia y el amor divino.

      El problema, entre muchos otros, es que quienes nos transmiten el Islam, no saben diferenciar el contexto singular histórico-político que tuvieron que vivir los primeros musulmanes, del propio mensaje del Islam.
     Hasta tal punto, que uno puede llegar a creer que la lucha y el combate debe ser una cualidad del buen musulmán que quiere seguir los pasos del Profeta y la primera generación de los musulmanes.
      El Profeta - la paz y las bendiciones sean con él - y sus Compañeros, no lucharon para realizarse espiritualmente o para completar su din, sino que como comunidad que sufrió persecución, se vio envuelta en un conflicto que tuvo que solventar bajo la ética y los principios del Islam; ni el combate era considerado una virtud en sí mismo, ni el Islam alentó a la violencia sin más como un modo de obtener la complacencia de Dios.

Es más, el propio profeta Mujámmad – la paz y las bendiciones sean con él - enseñó a sus Compañeros - y a nosotros - lo siguiente: “No deseéis el encuentro con vuestro enemigo; es más, pedid a Al·lâh que nunca tengáis que ir a la guerra” (Transmitido por Albujârî y Muslim).

Lo que es realmente estrambótico, es que alguien acceda al Islam y su único deseo sea el alistarse en un grupo POLÍTICO radical de tinte islamista-islamoide, que su único fin es expandir la violencia, la intolerancia, el radicalismo, la sinrazón, el odio,… y demás pensamientos esquizofrénicos y oscurantistas de los que, desgraciadamente, hacen gala.

Sin duda alguna, toda persona que accede al Islam con esta intención o, una vez dentro, accede a ello, deja en evidencia su supina ignorancia respecto a los principios y las enseñanzas del Islam.

Se puede decir, que más que un acto de fe, lo que se culmina en tales situaciones es una afiliación político-ideológica con tintes religiosos.

Dicen nuestros ulemas: “La fe, sin Islam, es un extravío; y el Islam, sin fe, es una hipocresía”.

         Pido a Dios que nos ayude a encontrar las soluciones correctas para poder solventar los problemas y los retos ante los que nos enfrentamos TODOS.

         Pero también, exigir RESPONSABILIDAD a aquellos que tienen en sus manos las decisiones y los medios para tomar las medidas necesarias.

jueves, 29 de octubre de 2015

NO FRIVOLICEMOS

        Un día, mi hijo trajo una ficha que le habían dado en el colegio para colorear. Entonces, vi que se trataba de un esqueleto. Yo le pregunté: “¿Sabes lo que es esto?”. Él me contestó: “Un esqueleto”. Yo le dije: “¿Y antes que era?”. Él dijo: “Pues una persona, supongo”. Yo le dije: “Eso es. Una persona como tú y como yo. Por ello, no tenemos que burlarnos de los muertos. No podemos hablar mal ni jugar ni hacer bromas con las personas difuntas. ¿Te gustaría que la gente jugase con tu esqueleto, con el de tu papá, el de tu mamá, el de tu hermana o el de un amigo tuyo?”. Él me contestó: “No”. Le dije: “Entonces, no hay que pintar este esqueleto porque no es algo para hacer bromas”.

Sea cual fuere el origen y el sentido primigenio de la fiesta de Halloween, lo cierto es que, hoy día, en ella se frivoliza con asuntos que, bajo nuestro din, son trascendentes y nada baladíes.
Además, no cabe duda – para quien ha conocido el mundo de las ‘malas artes’ – que esta fiesta sirve como un medio que cierta gente utiliza para pescar e iniciar a personas en el mundo de la magia, el ocultismo, y, aunque no se crea, el satanismo.
Cualquier persona tiene el derecho de analizar y criticar mis palabras, pero nadie puede negarme cosas que he visto con mis propios ojos.

De todos modos, sin llegar a entrar en asuntos profundos ni detalles, lo que es indubitable es que es una fiesta donde se frivoliza con asuntos de lo oculto y de la creencia que nuestro din nos ha enseñado a tratar de un modo totalmente distinto.
Con la muerte no se puede frivolizar ni bromear, pues es uno de los mayores signos que Al·lâh ha dispuesto en su creación para que meditemos y recapacitemos en muchas cosas; entre ellas, nuestro devenir en Otra vida en la que seremos juzgados y, en base a dicho juicio, seremos conducidos al infierno o al paraíso.
Tomarse esto como objeto de pasatiempo o burla, mofarse de los difuntos, aquellos que esperan en el barzaj la resurrección, es un signo de vivir en el despiste más absoluto; así como de tener muy pocas luces y sensibilidad por asuntos que son trascendentes, tanto en esta vida como en la Otra.


Que Al·lâh ilumine nuestros corazones y nos provea con la suficiente Luz como para ensalzar las Luces y no tontear ni bromear con las Tinieblas.  

martes, 2 de junio de 2015

COMUNICADO DE LA SECRETARÍA GENERAL DEL CONSEJO EUROPEO PARA LA FETUA Y LA INVESTIGACIÓN, SOBRE “EL COMIENZO DEL MES DE RAMADÁN DEL AÑO 1436H. 2015”.

Alabado sea Al·lâh Señor del universo, y que la paz y las bendiciones sean con aquel que Al·lâh envió a todo el mundo, con su familia, sus Compañeros y con todo aquel que siguió sus pasos hasta el día del juicio final.

La secretaría general del Consejo Europeo para la Fetua y la Investigación aprovecha estos benditos días para hacer un llamamiento a todos los musulmanes para que se aferren al Corán y para que unan sus filas, recordando la aleya siguiente: “Aferraos todos a la Cuerda (el Corán) de Al·lâh y no os dividáis. Y recordad la gracia que Al·lâh os dispensó cuando erais enemigos y unió vuestros corazones, deviniendo así, hermanos” (Sura 3 “La familia de ‘Imrân”: 103).

            Igualmente, pedimos a Al·lâh que acepte de todos sus ayunos, sus zalás y todas sus buenas acciones, y que haga del mes de Ramadán un mes de apertura, auxilio y baraca para todos aquellos de sus siervos oprimidos en este mundo, pues Él es capaz de ello.

            La secretaría general del Consejo Europeo para la Fetua y la Investigación aprovecha esta ocasión por e motivo de la visión de la luna nueva del mes de Ramadán del año 1436 H. 2015, comunica lo siguiente:  

-     En base a las condiciones que en su día adoptó el consejo europeo para la fetua y la investigación en su informe emitido en su decimonovena asamblea general realizada en la ciudad de Estambul en julio del año 2009;

-         En base a lo establecido por el ‘consejo jurídico internacional’ en su informe, punto número 18, en su tercer congreso realizado en el año 1986;

-   En base a los informes emitidos en la primera asamblea del ‘consejo del calendario hegiriano unificado’, realizado en la ciudad de Estambul entre los días 27 y 30 de noviembre del año 1978;

-         En base a las conclusiones emitidas en el congreso internacional bajo el título “el establecimiento de los meses lunares, bajo la opinión de los ulemas, los astrónomos y los cálculos astronómicos”, que se realizó en el consejo jurídico de la Liga Internacional del Mundo Islámico, celebrado en la ciudad de la Meca entre los días 11 y 13 de febrero del año 2012, donde participaron un gran número de alfaquíes, ulemas y astrónomos:

Decimos: que no se tiene en cuenta el hecho de que se pueda apreciar - la luna nueva - en cualquier parte del mundo, incluso aun si no son países de tradición islámica,  y no tiene por qué ser a nivel local o comarcal, ya que el discurso del Profeta  la paz sea con él –, en este caso –, es general para todos los musulmanes allá donde se encuentren: “Ayunad cuando contempléis [la luna]; y acabad el ayuno cuando volváis a verla”.

Por lo tanto, el Consejo Europeo para la Fetua y la Investigación informa de lo siguiente:

1-    Los precisos cálculos astronómicos confirman que la luna nueva del mes de Ramadán del año 1436 de la Hégira nacerá a las 14:05 según el Tiempo Medio de Greenwich, es decir, el martes 16 de junio del 2015; el equivalente a las 17:05, hora local de la Meca.

2-    En base a ello, la visión de la luna nueva será imposible antes de la puesta del sol del miércoles 17 de julio del 2015, ya sea a simple vista humana o con la utilización de cualquier tipo de instrumento para la observación astronómica.

3-    La apreciación con claridad de la luna será posible – si Al·lâh lo quiere – la noche del jueves 18 de junio del 2015 en la mayoría de los países del continente africano, una gran parte de Asia y una gran parte de Norteamérica y Latinoamérica.

EN BASE A LO EXPUESTO, EL PRIMER DÍA DE AYUNO DEL MES DE RAMADÁN DEL AÑO 1436 SERÁ – CON EL PERMISO DE AL·LÂH – EL JUEVES 18 DE JUNIO DEL 2015.

Pedimos a Al·lâh – ensalzado sea – que los musulmanes reciban este bendito mes con el bien, la baraca, la gracia y el poder divino. Que Al·lâh acepte de todos nosotros nuestras buenas acciones.


La secretaría general del Consejo Europeo para la Fetua y la Investigación. DUBLIN.

Enlace de la página oficial en árabe: http://e-cfr.org/new/ 

miércoles, 13 de mayo de 2015

LOS NIÑOS Y RAMADÁN. LA BIENVENIDA.


Alhamdu lillah, ya va quedando menos para Ramadán. 
Por estas fechas, deberíamos irnos preparando para dar la bienvenida al mes más sagrado de nuestro dîn
Como ya hemos comentado en una anterior ocasión, los niños no ostentan el nivel de consciencia o raciocinio suficiente como para comprender qué es Ramadán y lo que representa como práctica espiritual.
Pero, sin duda alguna, a los niños - como parte del fitrah que Al·lâh nos ha otorgado a todos - reconocen y sienten la belleza, las buenas palabras y los buenos sentimientos. Por ello, desde ahora - si puede ser - debemos preparar en casa el ambiente oportuno con el que los niños sientan la cercanía y la llegada de ese mes que tanto representa en nuestro Islam.
Así, debemos hablarles de la llegada de ese mes, de su bendición, de la alegría que nos transmite, de las buenas sensaciones que experimentamos en él. Un mes que, además, se debe dedicar a realizar más y mejores obras de bien.

Una de las cosas que yo personalmente recomiendo, es trabajar con los niños en la decoración de la casa, a través de manualidades. Estas actividades hacen que el niño se sienta uno más en ese recibimiento al mes de Ramadán.

Se puede hacer murales, carteles, dibujos, etc. También se puede realizar una manualidad con una pizarra donde se vaya escribiendo - cada día - cuántos días faltan para que llegue Ramadán.

Lo importante es que sepamos transmitir al niño las sensaciones positivas y profundamente espirituales que nosotros sentimos en Ramadán. Y, por ello, debemos manifestarlo en cosas palpables, accesibles y sencillas para los niños.

viernes, 1 de mayo de 2015

¿SABES POR QUÉ EL LIBRO "LOS CUARENTA JADICES" SE LLAMA ASÍ?

Entre nuestros sabios, hay quienes no ven mal tomar y llevar a la práctica jadices débiles (đa‘îf) (ضَــعِــف), en su cadena de transmisión (matn) (مَــتْــن) y que tengan relación con el campo de las buenas obras (fađâ’il al‘amâl) (فَــضَـائِــل الأَعْــمَـال), siempre que se tengan en cuenta tres requisitos citados por el erudito Ibnu Haÿar Al‘asqalânî:

-      1 - Que dicho jadiz pueda englobarse dentro de los fundamentos del dîn del Islam”.

-    2 - Que no se trate de un jadiz con tal debilidad (đa‘f) (ضَـعْـف) que alcance niveles de debilidad grave (ŝadîd ađđa‘f) (شَـدِيـد الــضَّــعْــف).

-  3 - Que no se piense, al ponerlo en práctica, que realmente es un jadiz del Profeta y, así, se le atribuyan a él palabras que él no dijo y, con el tiempo, la gente llegue a pensar que es un jadiz correcto.

En base a ello, algunos sabios han tomado algunos jadices en base a ésos principios que acabamos de citar.
De entre ellos, existe un jadiz débil y leve en su debilidad, que dice lo siguiente:

مَنْ حَفِظَ عَلَى أُمَّتِي أَرْبَعِينَ حَدِيثًا مِنْ أَمْرِ دِينِهَا بَعَثَهُ اللَّهُ عَزَّ وَجَلَّ يَوْمَ الْقِيَامَةِ فِي زُمْرَةِ الْفُقَهَاءِ وَالْعُلَمَاءِ

“Aquel que guarde para mi comunidad cuarenta jadices relacionados con asuntos del dîn, Al·lâh – glorioso y majestuoso – le resucitará el día del Levantamiento junto a los alfaquíes y los ulemas”.
(Jadiz débil)

Este jadiz es débil, pues aunque algunos sabios del jadiz hayan tenido en consideración las diferentes vías de transmisión para justificar la levedad de este jadiz, lo cierto – como dice el gran imam del jadiz Ibnu Haÿar Al‘asqalânî, que Al·lâh le colme de misericordia – es que no por ello este jadiz puede tomarse como válido, ya que las diferentes vías de cada transmisión por sí misma es débil y, por lo tanto, no refuerza el texto como para elevarlo ni tan si quiera al nivel de bueno (hasan) (حَــسَــن).

Es por ello por lo que encontramos obras conocidas como "los cuarenta jadices". La más conocida - dada su difusión -, es la obra de “los cuarenta jadices” del imam Annawawî. Sin embargo, hay muchos sabios que han realizado la misma obra de “los cuarenta jadices” e, igualmente, muchos que han explicado y comentado estas obras.

Quienes han realizado esta obra de “los cuarenta jadices” – entre ellos el gran imam Annawawî – que Al·lâh le colme de misericordia – se propusieron reunir cuarenta textos del profeta Mujámmad – la paz sea con él – que recogiesen, en su globalidad, lo que el Islam predica y transmite, y hacer hincapié en enseñanzas y principios fundamentales del dîn: como la intención, el perdón de Al·lâh, la cercanía a Al·lâh, el realizar buenas obras y no malas, etc.


Si nos damos cuenta, además, una cosa que hizo el imam Annawawî en su libro de los cuarenta jadices, fue citar más de cuarenta jadices y, así, no aplicar ese jadiz débil literalmente y, consecuentemente, obrar de forma divergente a él; como un modo de no obrar estrictamente a las palabras transmitidas en un jadiz débil y no auténtico.

martes, 14 de abril de 2015

TODAS LAS TRADUCCIONES DEL CORÁN EN ESPAÑOL - RECOPILATORIO

He querido hacer una recopilación para tod@s vosotr@s sobre las traducciones realizadas del Sagrado Corán a la lengua española.
Existen más traducciones de lo que la gente suele pensar. Por ello, he querido recoger las traducciones más conocidas con algunos enlaces para que podáis visualizar algunas de esas traducciones. Al final hay un enlace sobre artículos realizados sobre todas las traducciones realizadas hasta el año 2005.

Espero que os sea provechoso.


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MUHAMMAD BEN IBRAHIM (1606). ALCORÁN EN LETRA DE CRISTIANOS. VERSIÓN ALJAMIADA EN CARACTERES LATINOS. (MORISCO).

http://www.boneslletres.cat/publicacions/Altres_publicacions/b27170251_1%20de%202.pdf

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AHMED ABBOUD Y RAFAEL CASTELLANOS

http://ia600705.us.archive.org/9/items/ElCoranTraducidoPorAbboud/coran.pdf























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RAFAEL CANSINOS ASSENS (1951)






















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JUAN VERNET, (EDICIONES 1953 y 1963)





















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JULIO CORTÉS (1979)


















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ÁLVARO MACHORDOM COMINS (1980)






















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ABDELGHANI MELARA NAVIO (1994)























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KAMEL MUSTAFA HALLK (1998)























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ABDURRAZAK PÉREZ (2001)























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MIKEL DE EPALZA (2002) - (EN CATALÁN)













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ABDUL QÁDER MOUHEDDINE Y SIRHAN ALI SÁNCHEZ (2004)























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VICTOR CORLEONE PALUCCI

http://es.slideshare.net/victorcorleonepalucci/coran-el-mahoma?related=1

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RAÚL GONZÁLEZ BÓRNEZ (2006)



















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TANER DEMIRCI LÓPEZ (2015)
























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BAHIGE MULLA HUECH, MARCIANO VILLANUEVA SALAS Y ALBERTO CASTRO CHICHARRO (2004).











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ZAKARIYA MAZA (2005) 'TOMO 1 Y 10'






















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DIONISIO AMUNDARAIN E IÑAKI UGARTE (EUSKERA) - (2007)

http://gurekorana.blogspot.com.es/























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INTERNATIONAL ISLAMIC PUBLISHING HOUSE 























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MUHAMMAD ISA GARCÍA (2014)
























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EL CORÁN Y SUS TRADUCCIONES PROPUESTAS – MIKEL DE EPALZA - LIBRO


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BIBLIOGRAFÍA SOBRE LAS TRADUCCIONES DEL ALCORÁN EN EL ÁMBITO HISPANO – ARTÍCULO


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ESPERO QUE OS SEA PROVECHOSO. NO ME OLVIDÉIS EN VUESTRAS SÚPLICAS. SALAM.

martes, 24 de marzo de 2015

NOSOTROS Y EL PROFETA MUJÁMMAD (reflexión - parte I)

أنَّمَا مَثّلُوا صفَاتكَ للنّاس كَمَا مَثَّلَ النُّجومَ المَاءُ
La prudencia y la ponderación son dos virtudes fundamentales para todo musulmán. 
Por ello, no he querido escribir estas palabras hasta que hubiese pasado un tiempo tras los hechos acaecidos en París y por todos conocidos.
El profeta Mujámmad - la paz y las bendiciones sean con él - fue el último de los mensajeros enviados por Al·lâh a la Humanidad y nuestro modelo y ejemplo a seguir en todos los aspectos de nuestra vida, sobre todo en el ético y el espiritual, pues ambas dimensiones configuran el 'ser' musulmán.
El profeta Mujámmad fue objeto de multitud de tropelías, atropellos, insultos, vilipendios, vejaciones, agresiones e, incluso, amenazas de muerte, hecho éste, último, que le obligó a buscar refugio en otros lugares fuera de su amada Meca, hasta que Al·lâh le dio la apertura y le concedió el amor y el cariño de la gente de Yazrib - posteriormente llamada Medina - que le acogió con los brazos abiertos.
Y, durante aquellos momentos tan difíciles, el Corán - la palabra de Dios - siempre le instaba a la paciencia. Son muchas las aleyas que siempre recomendaban e insistían al Profeta el armarse de paciencia y perseverancia. "Sé paciente, pues la promesa de Al·lâh es cierta" (sura 'los bizantinos': 60). Y dice el Corán: (Y sé paciente, tal y como lo fueron los profetas resueltos [Noé, Moisés, Abraham y Jesús]"(sura 'las dunas': 35).
Al·lâh podía haber lanzado su castigo contra la gente de Meca y acabar con ellos en cualquier momento. Sin embargo, Al·lâh quiso enseñar a su Profeta y a nosotros, cuáles deben ser las pautas éticas y espirituales que el musulmán debe aprender y, consecuentemente, aplicar. No para saber llevar una situación, sino para educar y desarrollar una serie de virtudes éticas y espirituales concretas y que sin las cuales, un musulmán queda discapacitado para poder afrontar las pruebas de la vida; pruebas que, en algunas ocasiones, pueden llegar a ser realmente duras y que, sin esa educación, una persona se encuentra en muchas ocasiones incapaz y desorientado.
 El profeta Mujámmad – la paz y las bendiciones sean con él – pues, es, por imperativo coránico, el modelo que debe seguir todo aquel que cree en Al·lâh – ensalzado sea – y encontrarse con él el día del Juicio.
Cuando una revista publica una o varias caricaturas en las que se pretende – aunque no lo consiguen, por mucho que lo intenten – ofender y malsinar la imagen de nuestro amado Profeta, nosotros, como musulmanes, dejamos bastante que desear respecto a nuestras reacciones.
Primero, no sabemos evaluar estos casos de manera correcta ni otorgarles el verdadero valor que se merecen. ¿Que buscan la provocación…? Por supuesto. ¿Y qué podríamos esperar de gente de tal catadura moral? ¿Acaso no nos damos cuenta que, en muchos casos, se trata de personas que únicamente desean dar rienda suelta a sus más miserables instintos, apelando a la ‘la libertad de expresión’, para poder vomitar sus desvaríos mentales?
Ante estos casos, la razón debe ser la que gobierne nuestros sentimientos. Y, aunque no tengamos la capacidad de controlar las circunstancias, no podemos permitir que éstas nos controlen a nosotros. Tenemos que saber ponderar cada situación conforme a aquellos valores a los que decimos adscribimos y defendemos con convicción. Si ello hacemos, no cabe duda de que estaremos, éticamente hablando, muy por encima de dichas personas.
Sin embargo, nuestras reacciones suelen relegarnos a niveles indeseados e impropios de quienes aspiran a vivir conforme a unos principios éticos elevados. Y, desgraciadamente, solemos reaccionar, si no con la misma moneda, sí con formas y modos inoportunos e improcedentes.
Ello se debe a dos causas fundamentales: la primera, nuestra ignorancia – a veces supina – respecto a los valores que nos nuestro din predica; y, segundo, el actuar movidos por las directrices de las pasiones de nuestro ego; que, en la mayoría de las ocasiones, hace que confundamos el sentimiento puro con el sentimentalismo ilusorio. ¡¿Cómo podemos concebir que cuatro garabatos realizados por un chiflado puedan, ni por lo más mínimo, ensuciar el sublime y elevado rango ético y moral de nuestro Profeta?! ¡No, por Al·lâh que no!
Alguien podría aducir: ‘Esas publicaciones insultan y menosprecian a lo que más amamos de este mundo. ¿Acaso no debemos de actuar frente a ello?’.
Y yo preguntó: ¿Acaso esta gente se merece que la dediquemos ni un minuto de nuestro preciado tiempo? Si dichas publicaciones llegan a tener algún tipo de relevancia, no es más que por la desorbitada reacción que tenemos cuando esto sucede Nosotros, como comunidad, recibimos a diario infinidad de ofensas, injurias e insultos. Y, como dice el Corán: “lo que encierran sus corazones es aún peor”. Sin embargo, tal y como he dicho, nuestra referencia ética no debe ser nunca nuestro ego, sino aquella dispuesta por nuestro Señor y practicada por su Mensajero.
Lo que debemos cuestionarnos es lo siguiente: ¿qué es lo que nos aconseja y dicta el Islam, nuestro din, ante esta situación? Pues aquello mismo con lo que, en su día, Al·lâh mismo exhortó a su amado Profeta cuando éste fue objeto de injurias y calumnias de todo tipo. Al·lâh se dirigió a su querido Mensajero y le dijo: ‘Haz caso omiso de sus ofensas y encomiéndate a Al·lâh. Al·lâh basta como protector”. (Sura 33 ‘los coaligados’: 48).
Siendo musulmanes, es decir, personas que aspiran a realizarse siguiendo un modelo ético sinigual, no podemos – ni debemos – actuar de cualquier manera, ni, mucho menos, dejarnos llevar por nuestros instintos más básicos, pues ello es contrario a las enseñanzas que decimos seguir y practicar. Nuestra actitud, en sí misma, es – o debería ser – reflejo de nuestra espiritualidad. El Islam nos ha enseñado que, en todo momento y en todo lugar, las mismas situaciones que pueden alcanzar un nivel de dureza y complejidad alto, nos exigen una coherencia ética íntegra, con la intención, siempre, de alcanzar y realizar la excelencia. ¿Es duro? Sin duda. Pero esa es nuestra meta y eso es lo que se nos exige.
Al·lâh mismo, aun a pesar del amor que tenía – y tiene – por su Profeta, en honor a la verdad y para demostrar el nivel moral de Mujámmad frente a las afrentes que éste recibía por parte de su propia gente e, incluso, de su propia familia – no lo olvidemos – citó en el Corán los calificativos negativos que éstos le proferían, como que era un loco, un embustero, un hechicero, un falsario, un embaucador, etc.
¿Qué interés merece, pues, por nuestra parte, gente que no rige su vida por el más mínimo parámetro ético, y que, además, se gana la vida a base de burlarse y mofarse de los demás y, además, lo hacen apelando a la libertad de expresión?

Si somos fundamentales en nuestros propios principios, lo que debemos desear para esta gente – y para el resto del mundo – es lo mejor, por imperativo coránico mismo. Pues tal y como dice Al·lâh en el Corán dirigiéndose a su amado Profeta: ‘No te hemos enviado sino como misericordia para todo el mundo’.

viernes, 27 de febrero de 2015

ISLAMOFOBIA, MEDIOS DE COMUNICACIÓN Y MOVIMIENTOS ISLAMOIDES

“ISLAMOFOBIA, MEDIOS DE COMUNICACIÓN Y MOVIMIENTOS ISLAMOIDES”

El imam Vicente Mota (Mansur)
licenciado en ciencias islámicas y experto en teleología islámica.

                             Madrid, 25-2-2015
       
Antes de comenzar sería preciso indicar un asunto importante y que, además, tiene relación con la profesión que la mayoría de ustedes van a desempeñar. Primero, debemos enmarcarnos en nuestro contexto político y social para concretar nuestro discurso y nuestras ideas.

         La información o el producto periodístico, es decir, las noticias transmitidas a través de los medios de comunicación en Europa, más que la búsqueda de un conocimiento profundo y real de un fenómeno, refleja aquello que, supuestamente, es de interés y preocupación del mundo occidental respecto, en este caso concreto, al mundo islámico. Es decir, el producto periodístico ofrecido por bastantes medios de comunicación, es el resultado de la puesta en práctica de unas artes que enseñan cuál es el suceso que debe transmitirse y, sobre todo, el cómo; no con el fin de aproximar el suceso real por medio del análisis de las partes que conforman el todo del mismo, sino con el fin de configurar y fortalecer una determinada opinión pública, por muchos y muy diversos intereses.
         Estos ecos o reflejos son los que configuran el imaginario colectivo que una población concreta – en este caso la europea – puede tener respecto al Islam. Por desgracia – y hablando concretamente del fenómeno de la islamofobia –, ese imaginario que existe en el ciudadano medio respecto a lo que el Islam es, no es más que un concepto confuso y etéreo, y muy alejado de lo que realmente este representa.
         No se trata, pues, de encontrarse frente a la disyuntiva de la celeridad – genética en sí misma – exigida en la cobertura de un suceso y, por otro, el análisis que, entre otras cosas, precisa de tiempo, estudio y reflexión; algo de lo que, desafortunadamente, adolece en muchas ocasiones el producto informativo. No. Debemos percatarnos que existen medios de comunicación –que no dejan de ser herramientas de empresas y corporaciones – que tienen un perfil determinado y que, el medio utilizado – ya sea la televisión, la radio o la prensa –, se presenta como el útil que está al servicio de unos intereses.
         Por lo tanto, el quid de la cuestión no radica en la cobertura de un suceso en concreto con más o menos acierto analítico, sino de aquello que una empresa elige para que sea ‘noticia’ y, sobre todo, cómo presentarlo en beneficio de los intereses que ese medio representa; aunque, en ese propósito, se falte a la verdad y se manipulen hechos reales.

         Démonos cuenta que la islamofobia – como fenómeno ideológico –, en gran parte, no viene generada por una relación personal de un individuo respecto a una experiencia negativa que haya podido tener con los musulmanes o el mundo musulmán, sino que, más bien, es ese producto periodístico relacionado con lo ‘islámico’ que transmiten algunos medios de comunicación, el que va configurando ese imaginario que va instalándose en el subconsciente social.
         Por ello, tal y como indica algunos sociólogos, las agresiones y asesinatos islamófobos contra individuos de confesión musulmana que se han producido en sociedades occidentales, vienen, en muchos casos, dados por este producto que deja su huella en el imaginario colectivo.
         Tal es el caso de lo ocurrido –hace unas semanas en el barrio de Chapell Hill, en la localidad de Carolina del Norte en EE.UU., con el asesinato a manos de un terrorista ideológico que acabó con la vida de tres musulmanes miembros de una misma familia.

         Es cierto que algunos individuos – entre ellos musulmanes – dejan mucho que desear en cuanto su actitud y sus modales, deviniendo, en algunas ocasiones, los peores embajadores que el Islam puede tener. Sin embargo, esto es un asunto y, otro bien diferente, la hipotética experiencia que haya podido generar en una persona un sentimiento de odio y desprecio tal, como para incitarla a tomar la decisión de acabar con la vida de otras personas, y que, según le aporta ese imaginario, considera una amenaza para la sociedad.


SOBRE EL ESTUDIO DEL ISLAM

          Si queremos adentrarnos en el estudio de lo que realmente representa el Islam y su civilización, no debemos olvidar que nos hallamos ante una antropología distinta, alógena a la occidental; por lo tanto, tendremos que conocer, a priori, sus presupuestos antropológicos, su modo de concebir el mundo y sus principios ontológicos.

-         El Islam podría definirse como:

§  un sistema ético-moral-global cuyos fines se resumen en promover el bien, la justicia y la virtud, y erradicar la injusticia, el mal y la depravación. Todo aquel que dice ser musulmán, está obligado a esforzarse –a través de la práctica del Islam– para purificar su ego, su mente y su espíritu y, así, poder alcanzar la excelencia (ihsân) en cada uno de estos niveles. Cuando ello hace –o, por lo menos, lo intenta–, es cuando deviene un siervo (‘abd) de Dios y un regente (jalîfah) suyo en este mundo.

         El Islam es un sistema ético, pues ostenta una serie de principios, valores y presupuestos que interaccionan entre sí con el fin de materializar una serie de fines muy concretos. Estos fines y otras disposiciones vienen recogidos en la disciplina conocida como ‘la teleología de la jurisprudencia (ŝarî‘ah) islámica’, y son los siguientes:

o   La salvaguarda de la ideología o la creencia de toda persona.
o   La salvaguarda de la vida humana.
o   La salvaguarda de la dignidad de la persona.
o   La salvaguarda del intelecto.
o   La salvaguarda del capital o la hacienda.

        Y es moral, porque emite juicios de valor conforme a sus disposiciones éticas.

         El Islam busca la educación del individuo para que éste pase a ser un sujeto moral capaz de un perfeccionamiento ético continuo, cuyo método lo configura está formado por el sistema de ideas, principios y de actuación que proporciona el propio Islam en su doctrina teórica y en sus prescripciones.

         Y es global, pues comprende y abarca todas las dimensiones de la vida del ser humano y no una única esfera. Algo que, desde alguna posición, no se comprende pues se considera como una intromisión divina a ese albedrío dispuesto en el ser humano que, supuestamente, goza de libertad.

         Si el Islam enseña esta forma global de concebir la existencia, es por un mero hecho coherencia ética, ya que esa consciencia y actitud trascendente en el ser humano debe manifestarse en todas las esferas de su vida, ya que sería poco ético –valga la redundancia– mantener esa actitud en una esfera y no en otras.
        
         Así pues, todo aquel que se dice ser musulmán y se reconoce como tal sometiéndose voluntariamente a los designios de Dios, es cuando deviene ese regente o califa.

         Veamos, pues, la referencia coránica respecto a este concepto. Dice el Corán: “Y cuando tu Señor dijo a los ángeles: ‘voy a disponer un regente (jalîfah) en la Tierra’. Ellos preguntaron: ‘¿Acaso vas a disponer en ella a alguien que la corrompa y derrame la sangre, siendo que nosotros te glorificamos y proclamamos tu santidad?’. Entonces, Al·lâh respondió: ‘Yo sé lo que vosotros no sabéis”. (2: 30).

        Ahora bien, no estamos hablando de un individuo político, sino un ser obligado a dar respuesta a su propia consciencia ética y, con ello, adoptar una actitud moral, –que no puritana, como se podría entender– consecuente y coherente consigo mismo y, por consiguiente, con el resto de sus congéneres humanos.
         Ese jalifa, pues, es un regente portador de unos valores que debe llevar a la práctica para devenir, realmente, un regente de Dios, pero, sobre todo, debe dar a conocer dichos valores dándoles corporeidad a través de su obra y su actitud.
        
         Como hemos dicho, esa actitud ética a la que el Islam invita al ser humano, es voluntaria y, nunca, puede ser exigida a nadie. El Islam no permite ningún tipo de coerción en materia de pensamiento o de confesión, tal y como dice el Corán: “No hay coacción en materia de dîn”. (2: 256). El término dîn no queda restringido a lo que, desde la cultura occidental se entiende como religión, sino que abarca otra serie de conceptos: como la ideología, el modo de vida de una persona, su pensamiento, etc.
         Tampoco existe argumentación legítima alguna que sostenga aquella perversa falacia que afirma que un hipotético advenimiento de cualquier gobierno islámico, supondría la instauración de un régimen totalitario que impondría a todo el mundo la conversión al Islam o, de lo contrario, su expulsión o su ejecución. Todo, claro está, bajo la batuta abominable de la ŝarî‘ah, tal y como se suele afirmar.

         Aparte de la aclaración, debemos decir que los fundamentos jurídicos y legislativos del Islam no han establecido un régimen político único y estandarizado de obligada instauración en todo momento y lugar. Lo que existe y que sí es de obligado cumplimiento, es la instauración y la protección de unos principios universales que, incluso, el musulmán, debe defender y apoyar aunque estén amparados por instituciones que no sean islámicas o personas que practiquen alguna otra confesión religiosa diferente al Islam o, simplemente, no profesen ninguna.


QUÉ ES LA ŜARΑAH

         La ŝarî‘ah constituye los principios y valores generales apuntados en la Revelación del texto coránico junto a la interpretación que el Profeta hacía del mismo y la práctica que se seguía de ello. Estas líneas generales tienen un carácter inmutable e inapelable. Estos principios y valores generales vienen enmarcados en las siguientes manifestaciones:

§  La ética
§  La moral
§  La espiritualidad

         Ciertamente, es irrisorio – por no decir vergonzoso e indignante – el concepto que muchos periodistas e intelectuales occidentales tienen respecto a lo que realmente es la ŝarî‘ah, exponiéndola como el sistema jurídico-político por el que se rigen los musulmanes de todo tiempo y lugar, y que, por imperativo divino, todo el mundo – musulmán o no – debe aplicar y/o se le debe aplicar. Los musulmanes vendrían a ser, pues, una suerte de verdugos al servicio de la implantación de este sistema utilizando para ello la violencia y la fuerza sin contemplación ni miramiento alguno.

         Y, en cuanto al concepto de la ŝarî‘ah, quisiera presentarles un argumento fehaciente que tira por tierra ese concepto tan absurdo que existe en torno a este término. Por muy increíble que les pueda parecer, no existen libros de ŝarî‘ah. Les comento esto pues cuando cierta gente habla sobre la ŝarî‘ah, uno puede llegar a pensar que ésta se comprende en una obra de ciertos volúmenes – a modo de una enciclopedia Larousse – y que, vendría a ser, aquel ente jurídico monolítico que debe ser aplicado a toda cost
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         La ŝarî‘ah comprende ese sistema global que busca la implantación, a través de unas estructuras dispuestas por la propia sociedad, de principios de común denominador a la disposición moral del ser humano, como la justicia, la igualdad, la equidad, y la erradicación de la injusticia, la depravación y el vicio. En definitiva, una sociedad regida en base a los principios indefectibles de la teleología que preconiza y defiende el Islam.

         Por lo tanto, el Islam no busca la instauración de un califato ni, de tan siquiera, un régimen político, sino la educación y la formación de un individuo ético.    Por ello, el ser humano, en sí mismo, es lo fundamental, el sujeto trascendente; y lo contingente, es aquellos sistemas políticos y sociales que el colectivo humano elija para materializar y realizar esos fines. Y, eso, concretamente, es lo que nos transmite la esencia del mensaje del Islam y la sunna del profeta Mujámmad – la paz y las bendiciones sean con él – como maestro, guía y educador espiritual.



QUÉ SON ESTOS INDIVIDUOS

         Créanme, que no hay nadie en el mundo más interesado que los propios musulmanes por saber quiénes son estos salvajes y energúmenos y, sobre todo, quiénes están orquestando este circo de la sinrazón y la demencia.
         Lo que sí podemos decir, es que nos encontramos frente un grupúsculo de bárbaros y mercenarios que se dicen musulmanes, pero que sus obras les alienan de aquello a lo que dicen pertenecer e, incluso, defender.

         Algunos podrían pensar que nos encontramos ante un fenómeno de teología política, es decir, ante un movimiento que desea imponer su religión y politizarla imponiendo un califato semejante, como vilmente predican, al que en su día instauró el propio profeta del Islam y, consecuentemente, gozoso de una legitimidad prácticamente divina.
         Sin embargo, nos encontramos ante un fenómeno de ideología totalitaria, pues, por muchos estandartes que puedan ondear con el lema más sagrado del Islam, sus actos les sitúan en una posición antagónica respecto a lo que realmente éste estipula y representa.
          Son tan ridículos, que a pesar de su puritanismo y de su supuesto aferro y literalidad a los textos del Islam, contradicen incluso sus propios postulados. Algo que denota, de manera fehaciente, los oscuros móviles por los que se mueven y actúan. Un ejemplo muy sencillo y palpable, lo encontramos en esas banderas que se han diseñado con el lema de la unicidad de Al·lâh y el profetismo de nuestro amado Mujámmad: ‘lâ ilâha il·lâ Al·lâh – Muhammad rasûl Al·lâh’ (لا إله إلا الله – محمد رسول الله).
          Lo comento, porque existe un jadiz fidedigno transmitido por el imam Albujârî donde el profeta Mujámmad dijo: “Me he procurado un anillo de plata y he grabado en él ‘Mujámmad es el mensajero de Al·lâh’. Por ello, que nadie grabe algo como lo que yo he grabado”. Y aunque pudiese existir alguna que otra interpretación sobre este texto, lo que sí es irrefutable es que, por interpretaciones y hermenéuticas mucho más discutibles – incluso la mayoría de ellas sin ningún tipo de base –, esta gente legitima el asesinato y el derrame de sangre gratuito y bárbaro. Algo que, sin duda, responde a su supina ignorancia y su descomunal soberbia y arrogancia.

         Estos individuos, como he dicho, pretenden venderse ante el resto del mundo – musulmanes y no musulmanes – como un grupo legitimado por la autoridad divina, última e indiscutible, para conformar – aun truncando los principios más fundamentales del Islam – una determinada comunidad político-militar dotada de la consistencia y la unidad suficientes para hacer frente a enemigos internos y externos. 
         
          Ya que nos encontramos en un espacio de erudición que exige de nosotros presupuestos académicos con propiedad y rigor, debemos otorgar a éste – y otros fenómenos similares – una nomenclatura que se ajuste a lo que realmente son y no a lo que ellos predican ser.
          Yo, personalmente, considero estas corrientes fanáticas y violentas que actúan impíamente en nombre de una religión que siguen más de mil trescientos millones de personas en el mundo, como:

“MOVIMIENTOS RADICALES ISLAMOIDES”.

        Es decir, grupos intransigentes – desde esa acepción de la RAE del concepto ‘radical’ – que, aunque dicen pertenecer o actuar conforme a unos postulados islámicos fidedignos, no dejan de ser sino un aberrante esperpento del que, los propios musulmanes, sentimos animadversión. Y que, además, no dejan de ser un ente maléfico que por ese sufijo 'oide' únicamente representan un tétrico y carnavalesco folclorismo que no atiende a ningún tipo de mínimo rigor islámico.


LA CONSTITUCIÓN DE MEDINA

No vamos a detallar todo lo que hizo el profeta Mujámmad cuando llegó a la ciudad de Medina, donde se conoce y reconoce la primera instauración de un gobierno-estado regido por el Islam. Pero si quisiera exponerles un hecho destacado a nivel político que realizó el Profeta como gobernante – o califa si se quiere utilizar ese término – cuando llegó a la ciudad de que le acogió. Uno de las iniciativas que llevó a cabo el Profeta su arribada, fue impulsar un pacto político con todas las personas que vivían en Medina y en su periferia. Este pacto fue conocido a posteriori como la ‘constitución de Medina’.

Si me lo permiten, quisiera leerles un apartado de este pacto para que, así, conozcan de primera mano un argumento histórico y fehaciente de lo que representó realmente la ciudad-estado de Medina y el papel del profeta del Islam como político.
También lo hago para demostrar a aquellas personas ignorantes y/o interesadas, que suelen opinar falazmente, afirmando que en el momento en que Mujámmad llegó a Medina y tomó el poder, aprovechó su posición de fuerza y autoridad para acabar con las otras comunidades minoritarias, como por ejemplo, las pequeñas tribus judías que vivían en Medina y en lugares colindantes a ésta.
Esto, como vamos a demostrar, es totalmente falso. Además, debemos recalcar, que los únicos conflictos que se dieron entre los musulmanes como comunidad y algunas tribus judías, se debieron a asuntos meramente políticos y no religiosos.


o   Artículos del 25 al 35 [sintetizado] – Las tribus judías de los Banû ‘Auf, los Banû Annaÿÿâr, los Banû Alhâriz, los Banû Sa‘îdah, los Banû Ÿasm, los Banû Ta’labah, los Banû Alaus, los Banû Yâfanah, sus aliados, sus clientes comerciales y sus propias personas, conforman una única comunidad (ummah) junto con los creyentes musulmanes. Los judíos tienen su religión y los musulmanes la suya, [y a nadie se le pedirá cuentas] a excepción de quien obre con injusticia o cometa una transgresión.