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lunes, 23 de noviembre de 2015

INTRUSISMO PROPIO

Es, sin duda, considerable, la falta de respeto y consideración que se da a todos los niveles de la comunidad musulmana respecto a los sabios musulmanes que están formados académicamente y que ostentan la auténtica autoridad como para hablar sobre el din del Islam.
Ello nos aboca a que suframos, en las propias entrañas de nuestra comunidad, un problema de grandes dimensiones y del cual, muchos no se percatan.
He visto, desde mi entrada en el Islam, como muchísimos musulmanes de a pie, muy ‘lanzaos’ – menos aquellos que tienen un mínimo de pudor, vergüenza y respeto por su din – que se atreven a hablar del Islam del mismo modo en que un futbolero habla sobre el mundo del fútbol y de todo cuanto gira en torno a él.
Esta gente piensa que por ver algunos programas de temática religiosa por la tele, leer algunas cosas en internet – ¡ni hablar de libros si quiera! – y visualizar algunos vídeos en las Redes sobre el Islam, se consideran personas dotadas y capacitadas para hablar del Islam en todos sus ámbitos, incluso de los más profundos y complejos.

    Quisiera poner un ejemplo, un símil, para intentar hacer llegar el trasfondo del problema que quiero transmitir. Si una persona ve más de mil veces todas las películas de Bruce Lee, Jackie Chan y Jet Li ¿se convierte, por ello, en un experto en artes marciales?
Si una persona quiere convertirse en un experto o un maestro en artes marciales, tiene que dedicar muchos años de su vida al entrenamiento duro, con total entrega y esfuerzo. Y, sobre todo, recibir la instrucción y los consejos de un maestro experto y experimentado con una larga y reconocida trayectoria.
Pero ¿alguien puede convertirse en un experto en artes marciales viendo películas, sin haber pisado en su día un gimnasio ni haber recibido la instrucción de un maestro?

Desgraciadamente, muchos musulmanes – en base a su actitud – se creen imames y sabios capacitados para hablar sobre el Islam, sin haber tenido el más mínimo y superfluo de los contactos con las ciencias y disciplinas del Islam.  
Uno podría preguntarles: ¿Con cuántos sabios te has encontrado en tu vida? ¿Cuánto tiempo has pasado con ellos? ¿Cuánto has aprendido de ellos? ¿Qué te han enseñado? Y, sobre todo ¿dónde están las licencias y los títulos que los sabios del Islam dan – desde hace más de un milenio – a sus alumnos para demostrar que están formados y capacitados para hablar del Islam?

Es bueno y necesario que en nuestra comunidad existan divulgadores y transmisores del Islam. Pero de esto, a presentarse ante la comunidad como una persona formada académicamente y con sendos conocimientos autorizados, es un hecho que produce vergüenza ajena y que, desgraciadamente, está causando estragos en nuestra comunidad.
Si mantenemos esta actitud, nunca tendremos el derecho ni la autoridad ética ni moral para denunciar o quejarnos de aquellos radicales o extremistas musulmanes que hacen interpretaciones coránicas totalmente alejadas de los principios y valores que predica el Islam; pues cuando nosotros mantenemos dicha actitud, estamos actuando igual que dichas personas radicales, que, sinceramente, tienen más de ignorancia, esquizofrenia y patanería, que de radicalidad o extremismo.

Date cuenta que muchos de los compañeros del Profeta – la paz sea con él – nos transmitieron, que cuando les hacían alguna pregunta, siempre rehusaban tener que responder y decían a la persona que les había consultado: “Ve a fulano y pregúntale”, por el pavor que les causaba tener que hablar u opinar sobre asuntos del din sin conocimiento. Y luego, decían: “Hasta que la pregunta llegaba otra vez a nosotros – tras haber rondado por muchos grandes compañeros muy conocedores del din – y respondíamos por responsabilidad”, aunque, si hubiesen podido, no lo habrían hecho.

Todos tenemos el derecho y la obligación de conocer y saber cuál es la formación y el nivel que tienen aquellas personas que se presentan como personas autorizadas y formadas académicamente. Pues, de lo contrario, dejaremos que cualquier 'futbolero islámico' se dedique a dar clases 'magistrales' sobre el Islam y su mensaje. Luego, no podemos quejarnos ni decir - a propios ni a extraños - que esa gente no nos representa; cuando, la verdad, hemos permitido que hablen por los cuatro costados y les hemos dado cancha en muchos sitios y, así, desinformar y deformar el Islam.

Por coherencia y consecuencia, dejo escrito mi formación para quien la quiera conocerla:

-         Licenciado en lengua árabe (2 años).
-         Licenciado en teología y jurisprudencia islámica, por la universidad islámica de Francia (IESH) (4 años). Especialista en teleología (fines y objetivos) de la jurisprudencia islámica, con un trabajo sobre la teleología de la jurisprudencia islámica en la obra del imam Abû Hâmid Algazâlî, con el que obtuve – gracias a Al·lâh – la mayor puntuación en la historia de la universidad (95 sobre 100)
-   Ostento otras licencias de maestros (suÿûj) en ciencias del jadiz y otras disciplinas.
-         He cursado estudios de filosofía en la universidad de Valencia.
-         Actualmente, dedico mi tiempo a la investigación, la traducción y a escribir libros de temática islámica


¡Que Al·lâh incremente nuestro conocimiento y, sobre todo, nos provea con la luz y la fe suficientes para ser, cada día, mejores creyentes y, consecuentemente, mejores personas!

sábado, 14 de noviembre de 2015

¿UN ACTO DE FE O UNA AFILIACIÓN POLÍTICA?

La fe es un hecho singular e intransferible que experimenta todo ser humano en su ser, y que le lleva  a sentir la presencia de una divinidad absoluta y trascendente que domina toda la existencia. Dicha fe se manifiesta, a posteriori, a través de algún tipo de religión o camino espiritual.

La espiritualidad – en cualquiera de sus manifestaciones – es aquella expresión humana de dicha fe que emana de lo más profundo del fuero interno de su corazón.

Cada religión o camino espiritual ostenta unas creencias, una ética, una moral y unas prácticas de culto, que la definen y estructuran su razón de ser.

     Uno de los grandes problemas que sufrimos los musulmanes como comunidad, es la falta de una formación y educación idóneas que nos enseñen el auténtico mensaje del Islam en su globalidad y conforme a los postulados que éste transmite y predica.
       Por experiencia propia y por mi formación académica islámica, puedo dar testimonio y decir – con poco margen de equivocación –, que la mayoría de nosotros tenemos un conocimiento vago, difuso, parcial, interesado e, incluso - en muchas ocasiones - politizado de nuestra religión.
        
        No cabe duda que el Islam es un sistema ético global que aporta al ser humano las herramientas intelectuales, humanas y espirituales para hacer de él un regente (jalîfah) de Dios en este mundo. ¿Qué significa ser el regente de Dios? Pues que el ser humano devenga, con su comportamiento, su actitud y su realización espiritual, un foco de la Luz divina; una Luz de la que emana la misericordia y el amor divino.

      El problema, entre muchos otros, es que quienes nos transmiten el Islam, no saben diferenciar el contexto singular histórico-político que tuvieron que vivir los primeros musulmanes, del propio mensaje del Islam.
     Hasta tal punto, que uno puede llegar a creer que la lucha y el combate debe ser una cualidad del buen musulmán que quiere seguir los pasos del Profeta y la primera generación de los musulmanes.
      El Profeta - la paz y las bendiciones sean con él - y sus Compañeros, no lucharon para realizarse espiritualmente o para completar su din, sino que como comunidad que sufrió persecución, se vio envuelta en un conflicto que tuvo que solventar bajo la ética y los principios del Islam; ni el combate era considerado una virtud en sí mismo, ni el Islam alentó a la violencia sin más como un modo de obtener la complacencia de Dios.

Es más, el propio profeta Mujámmad – la paz y las bendiciones sean con él - enseñó a sus Compañeros - y a nosotros - lo siguiente: “No deseéis el encuentro con vuestro enemigo; es más, pedid a Al·lâh que nunca tengáis que ir a la guerra” (Transmitido por Albujârî y Muslim).

Lo que es realmente estrambótico, es que alguien acceda al Islam y su único deseo sea el alistarse en un grupo POLÍTICO radical de tinte islamista-islamoide, que su único fin es expandir la violencia, la intolerancia, el radicalismo, la sinrazón, el odio,… y demás pensamientos esquizofrénicos y oscurantistas de los que, desgraciadamente, hacen gala.

Sin duda alguna, toda persona que accede al Islam con esta intención o, una vez dentro, accede a ello, deja en evidencia su supina ignorancia respecto a los principios y las enseñanzas del Islam.

Se puede decir, que más que un acto de fe, lo que se culmina en tales situaciones es una afiliación político-ideológica con tintes religiosos.

Dicen nuestros ulemas: “La fe, sin Islam, es un extravío; y el Islam, sin fe, es una hipocresía”.

         Pido a Dios que nos ayude a encontrar las soluciones correctas para poder solventar los problemas y los retos ante los que nos enfrentamos TODOS.

         Pero también, exigir RESPONSABILIDAD a aquellos que tienen en sus manos las decisiones y los medios para tomar las medidas necesarias.