LA REVELACIÓN DEL SAGRACO CORÁN DE FORMA REPARTIDA
Encontramos varias
aleyas en el sagrado Corán que nos muestran como el arcángel Gabriel descendió
-por orden de Al·lâh- con el Corán al corazón del Profeta. Entre estas aleyas
podemos mencionar las siguientes:
-
“Es [el Corán] en verdad, la revelación del Señor del
universo. * El Espíritu digno de confianza (el ángel Gabriel) ha bajado – a tu
corazón, para que seas uno que advierte, – en lengua árabe clara.”. (Sagrado
Corán, 26. 192 - 195).
-
Di (¡oh Profeta!): ‘El Espíritu Santo (Gabriel) lo ha
revelado, de tu Señor, con la Verdad, para confirmar a los que creen, y como
dirección y buena nueva para quienes se someten a Al·lâh”. (Sagrado Corán, 16:
102).
-
Di (¡oh Profeta!): ‘Si hay alguien enemigo de Gabriel –él
es quien, autorizado por Al·lâh, lo reveló a tu corazón, en confirmación de los
mensajes anteriores, como dirección y buena nueva para los creyentes.”. (Sagrado
Corán, 2: 97).
De igual
modo, vemos como los verbos utilizados en el Corán para expresar la revelación
son (tanzîl), que nos indica la revelación del Corán de forma
repartida, y otro con la construcción (`inzâl), que nos indica su
descenso de una sola vez al primer cielo. Y como hemos dicho, el Corán se
caracteriza en que no fue revelado de una sola vez, sino que lo fue a lo largo
de veintitrés años, al contrario de lo que ocurrió con los otros libros revelados
anteriormente, los cuales fueron revelados de una sola vez a sus respectivos
mensajeros, como la Torá de Moisés, las Hojas de Abraham, los Salmos de David y
el Evangelio de Jesús.
Por otro
lado, encontramos jadices correctos de como algunas partes del sagrado Corán
eran reveladas conforme a los acontecimientos surgidos a lo largo del período
profético. Sobre este tema, hay una disciplina dentro de las ciencias del Corán
conocida como: "las circunstancias de la revelación" (asbâb an·nuzûl).
Dichas aleyas eran reveladas de cinco en cinco, de diez en diez, o a veces en
mayor o en menor proporción. Como por ejemplo, en la azora "las
mujeres", encontramos la frase: "sin estar impedidos", la
cual es un fragmento de una aleya, que fue revelado así, tal cual.
El porqué de la revelación coránica
de forma repartida
A lo largo
del tiempo, los eruditos del Islam han ido preguntándose los motivos por los
que el Corán fue revelado de forma repartida. Y a través de sus reflexiones,
extrajeron conclusiones importantes y dignas de estudio. De entre las más
importantes podemos citar las siguientes:
a. Fortalecer el corazón del
Profeta
El profeta
Muhammad se entregaba en cuerpo y alma con el fin de llevar a cabo la tarea que
Al·lâh le había encomendado y, que no era otra, que la de trasmitir el mensaje
que Al·lâh le había entregado. Sin embargo, no encontraba por parte de los
politeístas de la Meca más que rechazo. Tal actitud por parte de sus paisanos
provocaba la tristeza del Profeta, al ver como su gente negaba la Verdad venida
de su Señor. Por eso, como todo ser humano que necesita ayuda y estímulo cuando
no obtiene el resultado deseado y, únicamente, encuentra a cambio de su
esfuerzo y afecto, repulsa y hostilidad, el profeta Mujámmad necesitaba de
alguien que le espolease en su ingente tarea de transmitir la palabra divina y,
así, no verse influenciado negativamente por el rechazo de su propia gente.
Al·lâh,
-alabado y ensalzado sea-, sabiendo que lo que haría la gente de la Meca con el
profeta Muhammad, -como norma habitual que se dio con todo profeta que fue enviado
a su gente-, utilizando el mismo mensaje coránico, estimuló y cargó las fuerzas
del Profeta, recordándole los hechos de enviados y profetas anteriores a él, y
como ellos encontraron el mismo rechazo y la misma hostilidad que el Profeta –
la paz sea con él – encontraba por parte de su pueblo. Así, podemos encontrar
en los relatos coránicos como dichos profetas fueron pacientes en su tarea y
aguantaron la ignominia de sus paisanos. Además, vemos como Al·lâh se dirige a su
Enviado en varias aleyas del Sagrado Corán sobre este cometido:
-
“Y si te desmienten, también fueron desmentidos otros
enviados antes de ti, que vinieron con las pruebas claras, las escrituras y la
escritura luminosa.”. (Sagrado Corán, 3: 184).
-
“Ten, pues, paciencia, como la tuvieron otros enviados
resueltos.”. (Sagrado Corán, 46: 35).
-
“Te contamos todo esto (los relatos de los profetas
anteriores a ti), sacado de las historias de los enviados, para fortalecer tu
corazón.”. (Sagrado Corán, 11: 120).
Y cuando más
fuerte y amargo era el rechazo por parte de los politeístas de la Meca, el
Corán descendía desde la Casa de la Gloria, -y con Gabriel como portador de la
buena nueva-, al corazón del Profeta, para así, confirmar y fortalecer
espiritualmente su corazón:
-
“¡Que no te entristezca lo que digan! Nostros sabemos
tanto lo que ocultan como lo que manifiestan.”. (Sagrado Corán, 36: 76).
Y Al·lâh le
mandaba la buena nueva, anunciándole la victoria y el auxilio temprano:
-
“Al·âh ha escrito: ‘¡Venceré, en verdad, yo y mis
enviados! Al·lâh es fuerte y poderoso.”. (Sagrado Corán, 58: 21).
Y en una
aleya definitiva, Alá explica el porqué, o uno de los porqués de la revelación
coránica de forma repartida:
-
“Quienes niegan la Verdad dicen: ‘¿por qué no se le ha
revelado el Corán de una sola vez?’. Te lo hacemos revelar de esta forma
(gradualmente), para fortalecer, con él, tu corazón. Y lo hemos hecho recitar
lenta y claramente.”. (Sagrado Corán, 25: 32).
En un relato
de narrado por Ÿâbir, cuenta que la tribu de Qurais se reunió en un lugar donde
solían encontrarse y dijeron: "hemos de apodar a este individuo, (es
decir, al Profeta), con un nombre desacreditador". Unos dijeron: "¡es
un adivino!", "no, no lo es". Otros dijeron: "¡es un
loco!", "no, no es un loco". Otros dijeron: "¡Es un
mago!", "no, no lo es". Así, acabaron su reunión los politeístas
de Qurais con sus conclusiones, las cuales llegaron a oídos del profeta
Muhammad, quien, llegarle dichas murmuraciones, se afligió. Y al meditar en
ellas cogió un manto y se arrebujo envuelto en él. Y estando así, vino el
arcángel Gabriel con una aleya coránica que decía lo siguiente:
-
“Tú, el envuelto en un manto! * ¡Levántate y advierte!
* A tu Señor, ¡ensálzale! * Tu ropa, ¡purifícala! * La abominación, ¡huye de
ella! * ¡No des esperando ganancia! * La decisión de tu Señor, ¡espérala
paciente! * Cuando suene la trompeta, * ése será, entonces, un día difícil *
para quienes niegan la Verdad, no fácil. * ¡Déjame solo con Mi criatura, * a
quien he dado una gran hacienda, * e hijos varones que están presentes! * Todo
se lo he facilitado, * pero aún anhela que le dé más. * ¡No! Se ha mostrado
hostil a nuestros signos. * Le haré subir por una cuesta. * Ha reflexionado y
tomado una decisión, * pero ¡qué decisión! ¡Maldito sea! * Sí, ¡qué decisión!
¡Maldito sea! * Luego, ha mirado. * Luego, se ha puesto ceñudo y triste. * Luego,
ha vuelto la espalda, lleno de altivez.* Y ha dicho: ‘¡Esto no es sino magia
aprendida! * ¡No es sino la palabra de un mortal!’. * ¡Lo entregaré al ardor
del saqar!” (Sagrado Corán, 74:1-26).
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