Un día, mi hijo
trajo una ficha que le habían dado en el colegio para colorear. Entonces, vi
que se trataba de un esqueleto. Yo le pregunté: “¿Sabes lo que es esto?”. Él me
contestó: “Un esqueleto”. Yo le dije: “¿Y antes que era?”. Él dijo: “Pues una
persona, supongo”. Yo le dije: “Eso es. Una persona como tú y como yo. Por
ello, no tenemos que burlarnos de los muertos. No podemos hablar mal ni jugar
ni hacer bromas con las personas difuntas. ¿Te gustaría que la gente jugase con
tu esqueleto, con el de tu papá, el de tu mamá, el de tu hermana o el de un
amigo tuyo?”. Él me contestó: “No”. Le dije: “Entonces, no hay que pintar este
esqueleto porque no es algo para hacer bromas”.
Sea cual fuere el origen y el sentido
primigenio de la fiesta de Halloween, lo cierto es que, hoy día, en ella se
frivoliza con asuntos que, bajo nuestro din, son trascendentes y nada baladíes.
Además, no cabe duda – para quien ha
conocido el mundo de las ‘malas artes’ – que esta fiesta sirve como un medio
que cierta gente utiliza para pescar e iniciar a personas en el mundo de la
magia, el ocultismo, y, aunque no se crea, el satanismo.
Cualquier persona tiene el derecho de
analizar y criticar mis palabras, pero nadie puede negarme cosas que he visto
con mis propios ojos.
De todos modos, sin llegar a entrar
en asuntos profundos ni detalles, lo que es indubitable es que es una fiesta
donde se frivoliza con asuntos de lo oculto y de la creencia que nuestro din
nos ha enseñado a tratar de un modo totalmente distinto.
Con la muerte no se puede frivolizar
ni bromear, pues es uno de los mayores signos que Al·lâh ha dispuesto en su
creación para que meditemos y recapacitemos en muchas cosas; entre ellas,
nuestro devenir en Otra vida en la que seremos juzgados y, en base a dicho
juicio, seremos conducidos al infierno o al paraíso.
Tomarse esto como objeto de
pasatiempo o burla, mofarse de los difuntos, aquellos que esperan en el barzaj
la resurrección, es un signo de vivir en el despiste más absoluto; así como de tener
muy pocas luces y sensibilidad por asuntos que son trascendentes, tanto en esta
vida como en la Otra.
Que Al·lâh ilumine nuestros corazones
y nos provea con la suficiente Luz como para ensalzar las Luces y no tontear ni
bromear con las Tinieblas.
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