El pasado 1 de noviembre de 2014 tuve
la ocasión de ser invitado a un seminario sobre “cómo tratar con el nuevo
musulmán” para impartir una conferencia sobre “las necesidades del nuevo musulmán”.
En esa conferencia expuse las
necesidades que precisa y necesita la persona que accede al Islam.
De entre las cosas que expuse, hablé
sobre las carencias que las comunidades islámicas, en general, adolecen
respecto al trato que ofrecen al nuevo musulmán, como nuevo creyente en la
comunidad, y las atenciones que debería recibir.
Sin embargo, el primer punto sobre el
que quise hacer hincapié fue el tema de la lengua o el idioma.
Intenté exponer, con tacto y respeto,
la gran negligencia que existe por parte de los imames en nuestro país sobre el
ilógico e infundamentado desinterés de los imames en cuanto a que aprendan el
español/castellano.
Expuse, que no era de recibo que
alguien que se dice ser cabeza de una comunidad e, incluso, representante del
din del Islam, no sepa hablar el idioma del lugar y, así, los imames realmente
formados devengan auténticas referencias del Islam para TODOS y no únicamente
para una parte de la comunidad musulmana.
Dije lo siguiente (lo expuse en árabe,
para que se enterasen todos los allí presentes):
“¿Cómo queremos dar a conocer el
Islam, no sólo al nuevo musulmán sino al resto de la sociedad, si aquel que se
supone que es el más preparado y mejor conocedor del Islam no domina la
herramienta que le haría posible transmitir el Islam de manera directa y
segura? ¿Cómo podemos proclamarnos imames o ulemas de la comunidad musulmana
española sin saber ni dominar el español/castellano? ¿No nos damos cuenta que
somos responsables a los ojos de Al·lâh? De nada nos sirve tener un erudito en
las ciencias del Islam si, por motivos de idioma – algo que es lo fundamental
en la comunicación más básica – se ve limitado y sólo se queda como referencia
de unos musulmanes y no de otros.
Sinceramente, no llego a comprender
por qué los imames no son conscientes de la radical importancia que supone
dominar el idioma del lugar, ya que no sólo estamos hablando del nuevo musulmán
o de los musulmanes que no son araboparlantes, sino el idioma de las nuevas
generaciones de musulmanes de nuestro país; de los jóvenes que, en un futuro no
muy lejano, serán los portadores del mensaje del Islam.
Tal vez, desgraciadamente, y como
algunos musulmanes me han comentado, muchos imames ya hayan decidido hace
tiempo no aprender español, pues, simple y llanamente, no ven la utilidad de
hacerlo, ya que la propia comunidad o, más concretamente, los dirigentes de las
mezquitas y asociaciones islámicas, tampoco se los exigen.
Realmente, este es un hecho que
demuestra la poca o nula visión que tienen la inmensa mayoría de los imames en
nuestro país respecto a lo que representa la comunidad musulmana en su
totalidad. Pero, desgraciadamente, el factor transcultural tiene un gran peso y
una tremenda y negativa repercusión en estos imames.
Algo que, además, indica el poco
respeto y amor que pueden tener para con los nuevos musulmanes, los jóvenes
musulmanes y el resto de sociedad que espera recibir el mensaje del Islam.
No digo que los imames estén
obligados a todo, pues ello es imposible, pero es de suponer, que ellos son la
referencia y la fuente de donde los musulmanes pueden y deben tomar el
conocimiento auténtico de su din. ¿Por qué, entonces, se empeñan en no aprender
el idioma que abriría al Islam – que no a ellos – la posibilidad de ser
conocido de manera correcta en todos los niveles y estamentos de la sociedad?
Con este posicionamiento, estos
imames quedan como predicadores de aquellos que entienden el árabe, no ya de
los árabes; un din para araboparlantes.
¿Cómo es posible – y así se ha dado y
sigue dándose – que el imam realice un sermón en árabe cuando en una mezquita el
75 u 80 por ciento de quienes están escuchándole no entienden el árabe, pues
son musulmanes de origen pakistaní, subsahariano o de otro lugar del mundo?
¿Qué papel quieren desempeñar
realmente estos imames?
Lo que sí es cierto, es que no tienen
el fundamento moral como para exigir a otras personas esfuerzo intelectual
cuando, ellos, como responsables y cabezas de toda la comunidad de creyentes no
son capaces de aprender lo más básico que se le exige a una persona que se dice
y es responsable en la transmisión de una revelación divina y que, además, lo es
ante Al·lâh.
Por otro lado, los dirigentes de las
mezquitas y asociaciones islámicas también tienen una grandísima parte de culpa
y responsabilidad, ya que ellos son quienes deberían dar pautas y directrices a
los imames y trabajar con ellos conjuntamente, en base a que ellos son personas
– en muchísimos casos – que llevan bastantes años viviendo en nuestro país y,
se entiende, que tienen un conocimiento del medio correcto y cuáles son las necesidades
reales de la comunidad musulmana de cada lugar.
No se puede traer imames sin que
éstos reciban una serie de pautas y directrices sobre las necesidades que tienen
TODOS los miembros de la comunidad. Si no se hace, ello significa que quienes
dirigen las mezquitas adolecen de falta de consciencia de dos puntos
principales:
-
La falta de consciencia sobre las necesidades REALES
de TODOS los miembros de la comunidad de creyentes musulmanes.
-
O, simplemente – algo más penoso y denunciable – es su
pasotismo y su apatía; hecho que, en muchas ocasiones, es realmente palpable e
insultante.
Reflexionemos sobre el siguiente
punto que a todos nos afecta:
¿Cuántos jóvenes no acuden a las
mezquitas y a las asociaciones islámicas al no encontrar quienes les transmitan
el mensaje del Islam en la lengua que dominan? ¿Acaso no nos damos cuenta de
ello? Luego no podemos quejarnos de la ausencia de jóvenes en las mezquitas,
pues, nosotros, somos los culpables de no aportarles el alimento tanto
intelectual como espiritual que necesitan para ir formando y conformando su
identidad islámica. Pero, lo más triste, es que nuestros jóvenes, por general,
no tienen ni una idea correcta y global de lo que el mensaje del Islam
transmite ni de lo que significa ser musulmán. ¿Cómo, entonces, queremos
exigirles nosotros como tutores, ahora o en un futuro, algo para lo que no han
sido preparados y de lo que no han oído escuchar nada nunca?
Le pido a Al·lâh que nos ayude a TODOS a ser
conscientes de nuestra realidad y de nuestras carencias y, así, podamos
arreglarlas y reformarlas para el bien de todos nosotros y de nuestra
comunidad.
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